Feminicidio
Feminicidio:
la pandemia sin vacunas
16/06/2021
MUJERES POR LA ABOLICION
Grupo
feminista radical, apartidista, de ambito estatal. Divulgar el
feminismo y promover y realizar acciones para la abolición de la
prostitución, el alquiler de vientres, la pornografía y género
El
nacer niñas, el ser mujeres, nuestro sexo, determina que suframos
diferentes formas de violencia a lo largo de nuestra vida. Violencia
sexual, reproductiva, menor acceso a la educación, matrimonios
infantiles, mutilaciones genitales… La cúspide de esta pirámide
de violencia y opresión, la ocuparía el feminicidio. Ser asesinadas
por el mero hecho de ser mujeres. Vidas de mujeres, que fueron
extirpadas porque un hombre creyó que eran de su propiedad.
Según
los últimos datos oficiales publicados a nivel mundial, en el año
2017, 3 de cada 5 mujeres asesinadas lo fueron a manos de sus parejas
o ex pareja o algún miembro de su familia varón. Cada día, a lo
largo del Mundo, 137 mujeres son asesinadas por un hombre de su
entorno cercano.
En
América Latina, se comete un feminicidio cada dos horas y media. El
Salvador y Honduras son los países que presentan mayor
prevalencia, si bien en número total de feminicidios los países con
peores datos son Brasil y México.
En
América Latina, se comete un feminicidio cada dos horas y media.
Ser
mujer y nacer en los países africanos como Sudáfrica, Senegal o
República del Congo, supone tener un 69 % de probabilidades de morir
asesinada por un hombre (ya sea pareja, expareja o miembro de la
familia), según indican diferentes informes de la ONU.
En
Asia, en países como India, Pakistán o Afganistán, son muy
frecuentes los denominados “crímenes de honor”. Mujeres que son
asesinadas por sus familias o las de sus parejas, tras sufrir
violaciones, u otros actos de violencia que “deshonran” a la
familia, por cuestiones relativas a la dote, o por matrimonios con
hombres de otro estatus social. El hombre, como ser irresponsable de
sus actos y la mujer como “culpable” hasta de los actos ajenos.
En
España, en lo que llevamos del 2021, 18 mujeres han sido asesinadas.
Desde el 2003, son 1098 las mujeres matadas por sus parejas o
exparejas. Desde el fin del Estado de Alarma, sobre todo durante el
mes de mayo y lo que llevamos de junio, se ha producido una escalada
de horror en la violencia machista.
Todos
estos datos, acreditan un problema de índole mundial. Una verdadera
pandemia. La enfermedad del machismo, inoculada en la sociedad desde
el principio de los tiempos y contra la que no encontramos una vacuna
efectiva.
Sin
duda, fallan las políticas nacionales y supranacionales. No existe
implicación suficiente por parte los que nos gobiernan. La vida de
cualquier mujer, vale menos que la de cualquier hombre. Somos
ciudadanas de segunda. El asesinato de una mujer a manos de un
hombre, rara vez es portada de los medios de comunicación. Una breve
reseña, unas pocas palabras. Una noticia que deja de serlo, antes
incluso de que a otra mujer nuevamente un hombre la arrebate la vida.
Independientemente,
del país en el que nazcamos, nuestros derechos humanos no están
garantizados. El derecho fundamental prioritario deber ser el derecho
a la vida, puesto que si él, no podemos tener ningún otro derecho.
Independientemente,
del país en el que nazcamos, nuestros derechos humanos no están
garantizados.
En
esta era postmoderna, en la que algunos defienden que las leyes
nacionales e internacionales reconozcan derechos individuales basados
en identidades sentidas, y no en realidades, a las mujeres nos siguen
matando. Nos matan por nacer niñas, nos asesinan por ser mujeres.
Nos ejecutan hombres que sienten que nuestras vidas son su propiedad,
y como tal pueden disponer o ella a su antojo.
Se
nos dice que denunciemos, que no estamos solas, pero la realidad se
empeña en demostrarnos que las mujeres estamos solas a lo largo y
ancho de nuestro planeta. Se nos traslada la responsabilidad de
preservar nuestra propia vida, sin dotarnos de medios para
protegernos en esta batalla por la superviviencia.
Nos
dicen que no callemos, que el silencio no nos salvará. Hablamos,
gritamos, salimos a las calles, pero nos siguen matando. Las
instituciones, nos siguen maltratando por acción u omisión.
Nos
asesinan, porque la defensa del derecho a la vida de las mujeres no
es una prioridad, ni aquí ni en otra parte del Mundo. No bastan
palabras, se precisan hechos.
Millones
de mujeres, sin nombre, sin rostro, cuya voz ahogo un hombre por
odio. Un crimen de lesa humanidad.
Nos
mataron, nos asesinan, lo seguirán haciendo, mientras la estructura
de violencia y desigualdad que es el Patriarcado, no haya sido
derribada desde sus cimientos. Seguirá ocurriendo, con la
complicidad de los Gobiernos y de parte de la sociedad que considera
que la violencia machista no es asunto suyo, que se trata de un tema
del ámbito privado. Los que niegan nuestra realidad biológica y
material, intentando borrar nuestra propia existencia y siendo
también colaboradores necesarios de la violencia que sufrimos las
mujeres.
Ser
mujer no es un sentimiento, ser mujer es una realidad de violencia y
opresión. Somos las víctimas de una estructura de desigualdad, en
función de nuestro sexo. No existirá igualdad, ni democracia, ni
DDHH, mientras la vida de la mitad de la población (las mujeres), no
tenga valor. Cuando una mujer es asesinada, por serlo, el Patriarcado
nos está violentado a todas. Nos está mandando un mensaje de odio
hacia todas nosotras. Nuestra vida les pertenece, nuestros cuerpos
son para su uso y disfrute.
Los
asesinos nos son enfermos, son hijos sanos del Patriarcado. No son
crímenes pasionales, no son fruto de un momento de enajenación
transitoria. Las que estamos, las que vivimos, las que sobrevivimos,
somos la resistencia. Nuestra voz, será la voz de todas aquellas que
fueron silenciadas con el garrrote vil de la violencia machista.
Porque sus nombres no caigan en el olvido de la historia. Por todas
nosotras y por las que vendrán, nuestras vidas no son propiedad de
los hombres. Por el derecho a la vida de todas las niñas y mujeres
del Mundo. Una vida en libertad, libre de violencia y de miedo.